Conversación acerca de la publicación del libro
‘El prejuicio psiquiátrico‘ de Giorgio Antonucci.
PERSPECTIVAS ANÓMALAS
Guillermo Vera*: Tienes un proyecto que es Perspectivas anómalas. Espacio e ideas, que es de donde parte la traducción del libro. ¿Qué es Perspectivas anómalas?
Massimo Paolini: Perspectivas anómalas | ciudad · arquitectura · ideas es un sitio web que estudia la época neoliberal a través del espacio —la ciudad y el ambiente— relacionándolo con las ideas que lo producen. Ecología política, urbanismo crítico, antropología, análisis del lenguaje, son algunas de las temáticas tratadas en los artículos. Las fronteras —materiales e inmateriales—, los márgenes de la historia, los lugares cercanos y lejanos que no se quieren ver —y los hilos (in)visibles que los unen—, son los territorios en los que se mueven las palabras. Las relaciones inter pares, la puesta al desnudo del poder, la recuperación de una relación genuina entre seres humanos y naturaleza, la resistencia a la destrucción de la vida y a la violencia neoliberal, la desmitificación del progreso, la defensa de la necesidad de decrecer en una perspectiva no antropocéntrica son el bajo continuo que estructura el trabajo.
El manicomio, así como otros lugares de aniquilación —el campo de concentración, el matadero— permite entender la violencia de nuestra época: invisible, disfrazada, anestesiada.
La posición del manicomio en mi trabajo se inscribe en el análisis de los lugares de la ciudad y la búsqueda de los fundamentos que legitiman su existencia, llegando a la raíz, a las razones de su nacimiento, y cuestionando su legitimidad. El manicomio, así como otros lugares de aniquilación —el campo de concentración, argumento de mi último artículo, el matadero, tema de futuros artículos— permite entender la violencia de nuestra época: invisible, disfrazada, anestesiada. Para entender el manicomio es necesario descifrar la psiquiatría, así como para entender el matadero o el zoo hay que remontar a la relación entre seres humanos y animales. Ética y lugar se encuentran. El estudio de los lugares, su puesta al desnudo, tiene la finalidad de impulsar la vuelta a los elementos esenciales de la vida que esta fase tardía del capitalismo ha devastado: la convivialidad, la poesía, la relación con el otro en una relación inter pares, el diálogo lento y profundo con la naturaleza, con la tierra, su comprensión en lugar de su conquista.
El resultado es una crítica radical a nuestra sociedad, a su cinismo, su falta de ética, su vaciamiento y destrucción de la vida. En Perspectivas anómalas recojo mi trabajo publicado en varios medios y editoriales, textos inéditos, fotografía, proyectos pasados, presentes y futuros. Es un proyecto en devenir.
Desprofesionalizar la sociedad
GV: Has publicado una entrevista a Antonucci, has escrito sobre él y ahora has publicado la traducción de El prejuicio psiquiátrico. ¿Por qué este interés en Antonucci y en la traducción de su obra al castellano?
MP: Entender el trabajo de Antonucci significa apartar la cortina que la psiquiatría teje con nuestro consentimiento para ocultar la verdad y ejercer el control social impidiendo cualquier verdadero cambio socio-cultural y descubrir que tras la cortina están los seres humanos con sus historias, su verdad, sus fragilidades, su rabiosa necesidad de justicia, junto con los problemas sociales. Apartar la cortina significa encontrar la verdad, los verdaderos motivos de los conflictos, para impulsar un cambio cultural. Como dice Antonucci la psiquiatría impide llegar a la verdad.
Cuando descubrí el trabajo de Antonucci entendí que estaba ante una de esas personas que se entregan en cuerpo y alma a la defensa de quienes no tienen poder, sin segundos fines, sin pensar en su beneficio personal o en defender los intereses de la profesión. Desprofesionalizar la sociedad es cada vez más urgente.
Teniendo en cuenta la actual psiquiatrización de cualquier fase de la vida y de la sociedad en su conjunto —con todas las consecuencias que ello conlleva— conocer el trabajo de Antonucci significa abrir caminos nuevos para vivir la vida con plenitud, tanto a nivel personal como a nivel social.
Eliminación del contexto
GV: En el prólogo dices que la psiquiatría es el acto de eliminar el contexto. ¿Cuál es el contexto que elimina hoy en día la psiquiatría? ¿Qué interés hay en eliminar el contexto?
MP: La eliminación del contexto es, hoy en día, más refinada que nunca. Los poderosos quieren una sociedad de individuos aislados de la comunidad que no entiendan su papel en el sistema productivo. Autómatas que deambulan con el rostro cubierto por la pantalla de un móvil, trabajando y consumiendo, esclavos modernos. Cuando las preguntas se alejan del guión establecido de la rebeldía aceptada por las instituciones y empiezan a cuestionar realmente la actual organización social, los poderes actúan a través de la psiquiatría para eliminar al di-sidente, tras la cortina, o la máscara, de la pseudociencia. Las máscaras están cuidadosamente confeccionadas y tienen mucho éxito en nuestra época, debido a la constante banalización de la vida y a la destrucción del sentido crítico que el sistema (des)educativo y los medios de comunicación proporcionan, con raras y preciosas excepciones. Se acepta cualquier cosa con tal de que no se muestre la verdad, volviendo a la servidumbre voluntaria de La Boétie, que en la escuela no se suele estudiar. El conocimiento es la mano que agarra la máscara, que aparta la cortina. Por eso considero importante el trabajo de Antonucci, así como el de Ivan Illich, otro humanista radical. Hasta que no se alcance un cambio profundo en la educación —que no significa reformar la escuela— no sólo no se podrá arrancar las máscaras del poder, sino que ni se podrá verlas. Eliminar la psiquiatría significa, como dice Antonucci, enfrentarse a la verdad.
GV: El DSM y la medicación no han parado de crecer… ¿está la psiquiatría más fuerte que nunca? ¿Cómo es el poder psiquiátrico hoy?
MP: La primera edición del DSM de 1952 era un libro de 130 páginas. La quinta edición de 2013 es un volumen de 1000 páginas. Hasta 1974 la homosexualidad era considerada una enfermedad mental. Luego, ya que muchos psiquiatras eran homosexuales, decidieron quitarla del manual. Hoy si un niño se rebela tiene un trastorno oposicional desafiante. Tras la intervención psiquiátrica se convertirá en un consumidor modélico. Si estos diagnósticos no tuvieran consecuencias dramáticas serían simplemente ridículos. La fuerza de la psiquiatría consiste en haber ocultado el control social tras la máscara de la pseudociencia. Se usa la pseudociencia para silenciar los conflictos, tanto personales como sociales, y disimular el control social. Todos podemos ver la penetración de la psiquiatría o de la psicología, la antecámara de la psiquiatría, en todos los ámbitos de la vida, de la cuna a la tumba. Es un sometimiento general, una anestesia colectiva, una servidumbre voluntaria a los dictados de una sociedad en la que sólo importa producir, consumir y explotar al más frágil. A la persona que denuncia los problemas de la sociedad o no consigue adaptarse se intenta eliminarla. El aspecto positivo es que, aunque se hable de la inevitabilidad de los eventos y del fin de la historia a lo Fukuyama, se puede neutralizar esta violencia intrínseca a la sociedad neoliberal e impulsar un cambio cultural que alcance los fundamentos. Para lograrlo es necesario quitar máscaras, apartar cortinas a través del pensamiento crítico. No es difícil ver la banalidad de la psiquiatría.
El manicomio ha cambiado de nombre, diluyéndose en otros espacios cuya naturaleza es exactamente la misma.
GV: Apuntas también que el manicomio se ha diluido en la sociedad. ¿De qué manera? ¿Nos afecta a todas y a todos por igual? ¿Cómo influye la clase social?
MP: El manicomio no es un edificio, es un criterio, como siempre repetía Antonucci. Hoy en día el manicomio ha cambiado de nombre, diluyéndose en otros espacios cuya naturaleza es exactamente la misma. El criterio sigue siendo el mismo, es decir la coerción bajo la forma de la hospitalización forzosa. En palabras de Antonucci, «hasta que no se elimine el juicio psiquiátrico, la realidad de la segregación seguirá desarrollándose dentro y fuera del manicomio».
El manicomio afecta a todas la personas. Desde luego según su poder. Cuanto menos poder la persona tenga más la afectará. Sucede algo parecido con la cárcel: es suficiente ver los datos de las personas presas.
GV: ¿Qué ha conseguido el pensamiento no-psiquiátrico?
MP: El pensamiento no-psiquiátrico ha conseguido demostrar científicamente, o sea mediante el método empírico de la ciencia aplicado por Antonucci, que «se puede actuar de una manera distinta», como decían tanto Basaglia como Antonucci. Los historiales médicos publicados en el libro —hecho excepcional— son pruebas documentales que, comparadas con la vida de las mismas personas tras ser liberadas por Antonucci, hablan por sí mismas. El pensamiento no-psiquiátrico marca un antes y un después. Se podrán cambiar los métodos de coerción, se podrán organizar lugares de exclusión con nombres nuevos, se podrán usar máscaras pseudocientíficas de distinto tipo para ocultar el ejercicio del poder —bioquímica, genética, etc.— pero lo que ha sido demostrado siempre será un j’accuse contra cualquier injusticia y discriminación.
GIUSEPPE GOZZINI – NO-VIOLENCIA
GV: Giuseppe Gozzini escribe la introducción al libro. Habla de discriminación, violencia, víctimas proletarias, poder psiquiátrico, de la instigación desde la normalidad… ¿Quién es Giuseppe Gozzini?
MP: Giuseppe Gozzini fue la primera persona en Italia quien rechazó obedecer la ley que obligaba al servicio militar. Fue el primer objetor de conciencia en Italia. Al declararse objetor de conciencia —como recuerda Antonucci— fue trasladado a dos lugares: la cárcel y el hospital militar, donde fue considerado enfermo mental. Era consciente de que enfrentarse al Estado implicaba el riesgo de ser aniquilado. Luego, por circunstancias casuales e imprevisibles —la intervención de varias personas influyentes en su ayuda—, no fue internado en el hospital psiquiátrico penitenciario.
GV: He leído alguna cosa en italiano y he visto que era un militante muy activo de la no-violencia. ¿Cuál es la relación de la no-violencia con el pensamiento no-psiquiátrico? ¿Por qué esa sinergia?
MP: La psiquiatría se funda en la coerción—por lo tanto en la violencia—. Sin coerción no hay psiquiatría. Sin la hospitalización forzosa la psiquiatría se volvería impotente. La no-violencia y el pensamiento no-psiquiátrico comparten el rechazo a la desigualdad, a la opresión de los más frágiles.
GIORGIO ANTONUCCI
GV: Antonucci y otras personas que nombra (Colacicchi, Cotti, Basaglia, Jervis…) vivieron, trabajaron y pusieron en práctica sus planteamientos en la Italia de los 70. En todo momento se hace referencias al contexto social, la clase, las luchas obreras, etc. ¿Cuál es el contexto social en el que vivieron (décadas de los 70 y 80)?
MP: El contexto social en el que vivieron era, desde luego, profundamente distinto del de nuestra actual sociedad, en la que las personas se han dejado anestesiar por el consumo y la publicidad, aceptando lo inaceptable con tal de no pensar y no ver. El verdadero fascismo del que hablaba Pasolini en 1974, la homologación y la destrucción de las distintas maneras de vivir la vida que la civilización del consumo consiguió mientras que el fascismo no lo logró, vislumbrando con claridad lo que se realizaría plenamente en nuestra época de desarrollo infinito sin un progreso real. Se ha dejado de luchar por los derechos laborales y sociales, se acepta acríticamente la formación de un mundo de oligarcas, se regalan los derechos conquistados en el pasado, se mira con indiferencia a la destrucción del planeta y de las relaciones humanas para recibir a cambio un móvil con una pantalla más grande. El contexto social de los años setenta ayudó sin duda a cuestionar la psiquiatría. Lo que consiguió organizar Antonucci con la gente de la montaña y los obreros —las calate de las que se habla en el libro— sería impensable hoy. Tal vez mañana. En el fondo, tras la pantalla del móvil y el eufórico aturdimiento del black Friday, se esconde un desesperado deseo de cambio. La historia no ha alcanzado su punto final. Hay que empezar a cuestionar radicalmente los fundamentos de nuestra época aquí y ahora, impulsando una revolución cultural profunda y profundamente humana, para que mañana nos despertemos en una sociedad nueva.
GV: ¿Qué sinergias se desarrollaron entre las luchas sociales de la época y la lucha contra el manicomio? Las calate, la integración de la lucha antipsiquiátrica en la lucha obrera.
MP: La lucha antipsiquiátrica es una lucha contra el poder. Sólo puede nacer en un ambiente popular, cuando las personas entienden que las víctimas de la psiquiatría y las de la explotación laboral son las mismas.
GV: Antonucci habla de derechos y de participación activa en la comunidad. ¿Cómo participaron las personas psiquiatrizadas en otro tipo de luchas?
MP: Ante todo las personas que decidieron quedarse en los pabellones tras el trabajo de desmantelamiento de Antonucci salían cuando querían, disponían de su dinero, iban al cine, pintaban, algunas eran actores y actrices, hacían su vida siendo parte de la comunidad. Con Antonucci hicieron varios viajes, hasta fueron al Parlamento Europeo para defender sus derechos.
Desprofesionalizar el diálogo
GV: El libro es una crítica radical a los fundamentos de la psiquiatría y al diagnóstico, al lenguaje exclusivo, a la falta de escucha. ¿Cómo desarrollaba su trabajo Antonucci?
MP: Te contesto con una frase de Antonucci de mi videoentrevista, que me parece resumir bien el discurso: «Discutir juntos de los problemas no es ni psicología ni psiquiatría. Es una relación entre personas de tipo filosófico, diría socrático, juntos se intenta esclarecer el pensamiento». La escucha y el diálogo inter pares son el fundamento, la solución de los problemas prácticos es su corolario. Desprofesionalizar el diálogo.
GV: Una crítica que me parece importante es la cuestión del poder. En una entrevista al final del libro, Antonucci te comentaba también que la medicina es autoritaria. ¿En qué sentido relacionaba la psiquiatría y la medicina? ¿Parten de una misma raíz de autoritarismo?
MP: La medicina está compuesta por el 50% de ciencia, por el 50% es ejercicio del poder. Un buen médico ejerce el 50% científico y rechaza el ejercicio del poder. La psiquiatría está compuesta por el 100% de ejercicio del poder, es un método de control del pensamiento que carece de bases científicas. El experimento Rosenhan —publicado en la revista Science en 1973— lo dice todo.
PASADO – PRESENTE
GV: ¿Ha habido continuación del pensamiento y la práctica no-psiquiátricos en la línea de Antonucci? ¿Qué es hoy el Centro di Relazioni Umane?
MP: Hasta donde yo sé la única continuación de la práctica no-psiquiátrica antonucciana es la de Maria Rosaria d’Oronzo, psicóloga y colaboradora de Antonucci, quien compartió con él los últimos años de la experiencia de los pabellones abiertos de dos hospitales psiquiátricos de Imola, que Antonucci había desmantelado en los años setenta. En 2005 Maria Rosaria d’Oronzo fundó en Bolonia —con la colaboración de Antonucci— el Centro di Relazioni Umane, cuyo nombre es un homenaje al pabellón del hospital civil de Cividale del Friuli, del que se habla en el libro, que Edelweiss Cotti creó en 1968 como alternativa a los internamientos en manicomio, cerrado por la policía por su carácter subversivo. El centro de Bolonia se ocupa de liberar a las personas de la psiquiatría. La finalidad del proyecto editorial es precisamente difundir el trabajo de Antonucci para que nuevas generaciones de otros países sigan su camino hacia la eliminación de la psiquiatría y la creación de una cultura nueva.
* Guillermo Vera es colaborador de la revista El Salto · Hordago.
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